La psicología no solamente va bien para cuando ya existe una situación de malestar emocional intensa o cronificada, y en ese caso, acudiríamos a lo que tradicionalmente se ha denominado psicoterapia, sino también en situaciones en las que se producen situaciones vitales en las que una persona tiene que tomar decisiones, realizar cambios o simplemente necesita recibir un asesoramiento psicológico por parte de un profesional que le oriente en la comprensión de lo que está sintiendo, lo que le está pasando, y le oriente en el laberinto de la lógica de las acciones coherentes con sus propios objetivos y valores personales.
La psicología coaching está muy cercana a la intervención propia de la terapia breve. Las diferencias se encuentran sobre todo en el tipo de consulta (la terapia breve más focalizada en la consecución de una mejora en diferentes formas de sufrimiento psicológico tales como ansiedad, fobias, depresión, adicciones o conflictos), y los procesos de coaching orientados a la consecución de objetivos de mejora y cambio partiendo de un punto de partida de ‘normalidad’o ‘zona de confort'(objetivos tales como la incorporación de nuevos hábitos de salud, mejora en la relación de pareja, acompañamiento en situaciones de transición personal, de crisis y de cambio ya sea voluntario o forzado).
En las dos, se llega a un acuerdo sobre los objetivos de la intervención y los plazos. La definición de objetivos claros, concretos y realizables es el primer movimiento necesario para el que se cuenta con la ayuda del profesional.
El número de sesiones, tanto para la terapia breve como para los procesos de coaching suelen ser entre 6 y 10 sesiones, suficientes en la mayoría de los casos para cumplir los objetivos de la intervención siempre que estos objetivos estén claramente definidos. En la primera sesión se ayuda a la persona a que puede definir de una manera clara y concreta los objetivos y a partir de aquí se lleva a cabo un plan de acompañamiento para que se puedan hacer realidad.