El reto al que nos enfrentamos en estos tiempos de incertidumbres y cambios es la mejora y optimización de la colaboración tanto en nuestra vida personal o social como en la vida de las organizaciones. En la nueva sociedad abierta de las redes sociales y del conocimiento, saber colaborar es una competencia imprescindible para afrontar la incertidumbre de una manera eficaz y de ese modo aumentar nuestro bienestar personal y la productividad de las organizaciones de las que formamos parte.
La colaboración en el nuevo entorno tecnológico y social en el que vivimos se hace prácticamente imprescindible. No podemos poner puertas al campo, pero sí que podemos adaptar nuestro sociabilidad al nuevo contexto de sociabilidad aumentada que las tecnologías sociales (internet, comunicación móvil etc) nos hace más fuertes desde los valores del diálogo y la flexibilidad. No obstante, el cambio en las posibilidades tecnológicas de comunicación y colaboración no se encuentra acompasado con el cambio de la cultura de la competitividad individualista por una cultura de la colaboración en la que es preciso poner en juego normas y patrones de relación diferentes.
La colaboración creativa puede ser entrenada y puede ser acompañada por medio de procesos de formación y de coaching colaborativo. El coaching es un proceso en sí mismo de optimización de la colaboración creativa entre un facilitador de ese proceso, el coach, y los protagonistas del mismo, el o los coachees, ya sean estos una persona o un colectivo.
El coaching colaborativo se aplica a diferentes contextos y objetivos: relaciones entre usuarios y profesionales , Comunidades de Práctica, grupos de trabajo de Colegios profesionales, o la estructuración de relaciones colaborativas de una empresa o una agencia de la Administración con sus usuarios y clientes.
El coaching se inicia con el establecimiento de unos objetivos claros: mejora de la confianza, del intercambio de experiencias y conocimiento, elaboración o mejora de un nuevo producto o servicio. Para ello, es preciso también identificar cuales son las motivaciones de los que van a participar en ese proceso colaborativo. A partir de aquí se establece un timing, unos indicadores de consecución de objetivos y se pone en funcionamiento ese proceso propiamente dicho de acompañamiento mediante preguntas y técnicas que facilitan la consecución de las mejoras propuestas.