Bandura propuso el concepto de aprendizaje vicario o por observación de las acciones de otras personas. Estas personas y los patrones de acción observados se convierten en fuente del modelado y del sentido de autoeficacia de la persona que ha aprendido patrones de comportamiento basados en esos modelos observados. En este artículo queremos reflexionar sobre las relaciones entre observación y acción y los procesos de feedback.
El feedback o retroalimentación es fundamental en todo proceso de aprendizaje, y nos parece un elemento clave aplicado a la mejora de la performance en cualquier actividad humana, especialmente en una actividad como es la conversación terapéutica.
El feedback tiene que ver con la organización de la acción y la focalización de la atención. La acción siempre se despliega en el tiempo en un proceso continuo de interacción. De hecho, la acción es interacción en la medida en que se despliega en un entorno con otros agentes o pacientes. Cuando apelamos a la importancia de estar atentos a lo que acontece en el presente, estamos reconociendo el papel del feedback en la organización de la acción, a que la acción se despliega necesariamente en un devenir de un presente continuo que se va recortando en ese proceso continuo de conexión, interacción, reconocimiento y toma de conciencia del progreso de nuestra acción. El recortamiento del devenir de la interacción en el tiempo variará dependiendo de la amplitud o concentración de la percepción en lo que acontece en nuestro entorno en respuesta a las acciones que nosotros realizamos.
Las modalidades de despliegue de la acción se encuentra en la base de los procesos psicológicos que condicionan el bienestar, tales como el compromiso con la acción basada en valores, las emociones positivas, el sentido de logro, las experiencias de flow y en definitiva, el sentido de autoeficacia que modela en gran medida las formas de relación que tenemos con nosotros mismos y nuestro entorno. No es de extrañar que muchas de las tareas terapéuticas van encaminadas a propiciar el desarrollo de ese sentido de autoeficacia y modelar los procesos de feedback que los generan.
Ahora bien, en este artículo queremos focalizar la atención en la observación de estos procesos de feedback en la comunicación terapéutica. A partir del análisis conversacional aplicado al estudio de la psicoterapia sabemos que el curso de la conversación tiene una naturaleza secuencial y temporal, y que las diferentes intervenciones del profesional, ya sean formulaciones, afirmaciones o preguntas requieren de su contextualización en las secuencias de los turnos de habla. La acción que realizamos mediante nuestra intervención se completa con la respuesta que recibimos por parte de nuestro interlocutor, y a la inversa. De este modo, situamos los procesos de feedback en el núcleo de los significados que se despliegan según va avanzando la conversación.
Mientras que participamos en el flujo conversacional no podemos darnos cuenta de muchos de estos procesos de feedback, que mediante los procedimientos de registro, anotación y observación podemos identificar a posteriori. La memoria no nos permite registrar ese nivel de detalle de la secuencia de la interacción que produjo determinados efectos de sentido en el curso de la conversación. De ahí que sean tan importantes los dispositivos de registro, anotación en base a los que realizar un aprendizaje basado en la observación de esas secuencias conversacionales.