La digitalización del trabajo colaborativo permite potenciar la productividad tanto de reuniones presenciales como online.
El facilitador del grupo introduce patrones de interacción que generan diferentes efectos en el contenido del discurso y la dinámica grupal.
En realidad se trata de un ordenamiento de la interacción grupal dirigida a la una toma de cisiones compartida y generada de manera participativa. El ordenamiento es necesario para poder encontrar soluciones a problemas ‘enrevesados’ o complejos en los que muchas personas tienen visiones diferentes y es preciso poner en común las diferentes perspectivas para generar perspectivas compartidas y soluciones que sean implementadas de manera activa por parte de las diferentes personas de las que depende el llevarlo a buen puerto.
Con este objetivo, el mapeo del diálogo que es una formulación propuesta por Conklin , incorpora la pantalla compartida y un sistema de notación (IBIS)
para estructurar y representar la estructura argumentativa que se desarrolla en el grupo dirigido por el facilitador -mapeador-. La pantalla compartida es una codificación en tiempo real de la dinámica grupal, y se convierte en la base de salida para generar nuevos significados y aprendizajes de un grupo.
El proceso de microanálisis de la comunicación nos permite optimizar los sistemas de notación (codificación) que serán más útiles a la hora de facilitar dinámicas colaborativas en diferentes contextos de intervención. Para ello, es necesario la utilización combinada de diferentes herramientas de análisis cualitativo y (Atlasti) y de microanálisis de la comunicación (Elan, Praat..) para poder, en su caso, adaptar los entornos digitales, y los sistemas de escucha e intervención eficaz del facilitador.
Profesionales de la Mediación, la entrevista motivacional, la intervención focalizada en las soluciones, la psicoterapia realizan su tarea en diferentes contextos y objetivos que requieren un análisis particular de los patrones de intervención más eficientes.